¿Cuándo fue la última vez que viviste en un mundo encerrado, en el que el tiempo se estiró, pareciendo infinito frente a ti?
¿Cuándo fue la última vez que sentiste que tu mundo interior tenía la misma relevancia que el exterior, momento en el que fuiste libre de imaginar y contemplar a aquella persona que realmente quieres ser?
Es muy probable que esto te haya sucedido durante tu juventud, con todos los triunfos y trepidaciones que forman parte de esta etapa, particularmente si eras una mujer adolecesente.
Como un sueño, el mundo interior es conjurado a través de la fotografía de Douglas Irvine para vincularse con el exterior, una mágica manifestación se presenta en la ropa. Una difuminación de flores y adornos visuales brillantes, una envoltura diáfana y movimiento estático revelan la estrictas fundaciones tanto de las imágenes como de las prendas.
Un interior milanés de clase media-alta fue transformado en un edificio que tiene una antigua historia con la casa. En Via Melzi D’Eril 30, hogar en algún momento de las pasarelas de Miu Miu, el glamour de las sesiones fotográficas emplea su magia con la nueva generación de chicas Miu Miu.
Al usar una colección de prendas que empalme lo utilitario con lo formal, lo cotidiano con lo extravagante, la delicada ornamentación artesanal es contrastada con y aplicada a su vez a una noción de lo robustamente casero.
Aquí, las heroínas decimonónicas literarias, tanto ficticias como reales, son canalizadas, las bases de las revoluciones de las alcobas de adolescentes en estilo y substancia, todavía utilizados por una nueva generación de heroínas del día a día con todas sus contrastantes elecciones para vestir.
De esta forma, el glamour de las chicas Miu Miu no es un encanto sino meramente un hecho; es el glamour de mujeres jóvenes decidiendo quiénes quieren ser.