El pasado mes de julio, el Director Creativo Alessandro Michele abrió el capítulo final de una historia de subversión dividida en tres partes: aquella de cambiar la mirada y cuestionar las reglas, roles y liturgias que han llegado a definir la moda tal como la conocemos.
En esa ocasión, una transmisión en vivo de doce horas enmarcó una narrativa característica al revelar al mundo exterior lo que generalmente se esconde detrás de las cortinas cerradas.
Así, a lo largo de un día, el equipo de diseño de Gucci se convirtió en el agitado elenco de modelos, capturados en cámara mientras posaban pacientemente en el set.
Aquella intensa jornada de rodaje abrió el camino a la campaña que ahora se presenta.
Se escogieron dos locaciones contrastantes en Roma: el grandioso Palazzo Sacchetti, del ya extinto estilo manierista, y la turbia zona Campo Boario cubierta de grafitis.
Las imágenes reúnen al equipo de diseño de Gucci que trabajó con Alessandro Michele en la misma colección que llevan puesta, bajo un juego poético de yuxtaposiciones y perspectivas.
En un diálogo abierto entre la decadencia externa y la extroversión personal de esos dos espacios aparentemente irreconciliables, estos rostros, generalmente anónimos, van y vienen entre sus tareas en el set en el palazzo y el decrépito edificio abandonado.
Al hacerlo, presentan una alegoría teatral que reconcilia lo real y lo surrealista al reflexionar sobre la relación entre las imágenes de ficción de la moda y la realidad de sus producciones.
El Director Creativo Alessandro Michele señala: “Reuní diferentes cosas que representan la belleza desordenada que siempre he buscado: el caos de la belleza.
¿Qué ocurre con la relación entre realidad y ficción cuando miradas indiscretas se cuelan en los mecanismos de la producción de una imagen?
¿Qué pasa con la moda cuando lo verdadero vuelve a ser sólo un momento de lo falso?
Al romper el hechizo que obliga a mis colaboradores a trabajar con pasión en prendas que luego tienen que dejar, le pedí al equipo que se las pusiera.
Y así hicimos un trabajo autosuficiente, todo dentro de nuestra casa, mezclando cosas que ya habíamos hecho con cosas que estábamos a punto de hacer, y superamos los esquemas de la época de manera coherente con mi idea de El Epílogo: la resolución final de un futuro que es el presente en gran parte”.
Tomada por el fotógrafo Alec Soth de Minneapolis y filmada por los directores Damiano y Fabio D’Innocenzo de Roma, ganadores del Oso de Plata al Mejor Guión del Festival Internacional de Cine de Berlín 2020, la campaña lleva a la conclusión del arco narrativo que comenzó en febrero con el espectáculo Un ritual irrepetible, cuando Alessandro Michele llevó los preparativos detrás del escenario al centro del escenario.
La historia continuó en mayo, con el lanzamiento de la campaña El Ritual, un experimento radical que desdibujó las líneas entre modelos y autores en busca de una idea de belleza espontánea e impredecible.
Ahora, después de la presentación transmitida en vivo en julio, este cuento de hadas finalmente encuentra su Epílogo.